OBRAS DE JUAN RULFO
v Lee los siguientes fragmentos:
“La cuesta de las comadres” El llano en llamas
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“Pedro Páramo”
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…El lugar no era feo; pero la tierra se hacía pegajosa
desde que comenzaba a llover, y luego había un desparramadero de piedras
duras y filosas como troncones que parecían crecer con el tiempo. Sin
embargo, el maíz se pegaba bien y los elotes que allí se daban eran muy
dulces. Los Torricos, que para todo lo que se comían necesitaban la sal de
tequesquite, para mis elotes no, nunca buscaron ni hablaron de echarle
tequesquite a mis elotes, que eran de los que se daban en Cabeza del Toro.
Y con todo y eso, y con todo y que las lomas verdes
de allá abajo eran mejores, la gente se fue acabando. No se iban para el lado
de Zapotlán, sino por este otro rumbo, por donde llega a cada rato ese viento
lleno del olor de los encinos y del ruido del monte. Se iban callados la
boca, sin decir nada ni pelearse con nadie. Es seguro que les sobraban ganas
de pelearse con los Torricos para desquitarse de todo el mal que les habían
hecho; pero no tuvieron ánimos.
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“Un caballo pasó al galope donde se cruza la calle real con
el camino de Contla. Nadie lo vio. Sin embargo, una mujer que esperaba en las
afueras del pueblo contó que había visto el caballo corriendo con las piernas
dobladas como si se fuera a ir de bruces. Reconoció el alazán de Miguel
Páramo. Y hasta pensó: «Ese animal se va a romper la cabeza». Luego vio
cuando enderezaba el cuerpo y, sin aflojar la carrera, caminaba con el
pescuezo echado hacia atrás como si viniera asustado por algo que había
dejado allá atrás. Esos chismes llegaron a la Media Luna la noche del
entierro, mientras los hombres descansaban de la larga caminata que habían
hecho hasta el panteón. Platicaban, como se platica en todas partes, antes de
ir a dormir. -A, mí me dolió mucho ese muerto -dijo Terencio Lubianes-.
Todavía traigo adoloridos los hombros. -Y a mí -dijo su hermano Ubillado-.
Hasta se me agrandaron los juanetes. Con eso de que el patrón quiso que todos
fuéramos de zapatos. Ni que hubiera sido día de fiesta,
¿verdad, Toribio?”
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